
A la fecha han sido más de 75,000 hectáreas en todo el país. La importancia de este esfuerzo, conducido en una importante medida por la Asociación de Reforestadores de Panamá – ANARAP no debe medirse sólo en su dimensión cuantitativa. En lo cualititativo, significa que los panameños no son deforestadores por naturaleza, sino por cultura, y saben cambiar su relación con los bosques cuando entienden la importancia de lo que puede ganar con una conducta distinta.
Un ejemplo de la importancia de ese cambio está en el hecho de que esté previsto que Panamá exporte en el año 2017; 8,000 contenedores de madera de teca. El proyecto Batipa, que empezó a exportar madera de corta final en 2015, aportó entonces 110 contenedores; 150 en 2016, 180 en 2017 según nuestras proyecciones. Y esas cantidades pueden aumentar sin que se deteriore todavía más la cobertura forestal del país, que tanto ha sufrido.
En Batipa, por ejemplo, cada parcela cosechada se siembra nuevamente. En este momento estamos adquiriendo plantones (clones) para medir las ventajas de esta modalidad. También tenemos varias parcelas que estamos evaluando vía manejo de rebrote para medir igualmente las ventajas y desventajas de cada modalidad. Batipa dispone de parcelas de medición para llevar un monitoreo del crecimiento y el comportamiento de la plantación durante todo el periodo de crecimiento.